La amenaza existencial no es la inteligencia artificial, sino la falta de leyes de privacidad de datos

La verdadera amenaza existencial no es la inteligencia artificial, sino la ausencia de leyes de privacidad de datos

Vamos a empezar con una referencia de la cultura pop

Nuevos episodios de Black Mirror se estrenaron este verano, planteando de nuevo la inquietante pregunta: ¿Y si llevamos los límites de nuestro mundo tecnológico demasiado lejos? Con el acceso a la inteligencia artificial generativa llegando a la corriente principal y Google en el mayor caso antimonopolio en décadas, es una pregunta válida.

El episodio, Joan Is Awful, es una exploración desconcertante de lo que sucede cuando seguimos erosionando los derechos de identidad digital y datos personales de un ser humano.

No hay spoilers por venir, pero basta decir que el catalizador de la trama del episodio es algo que muchos de nosotros hemos enfrentado en algún momento u otro: los muy conocidos Términos y Condiciones o Política de Privacidad.

Lo conoces bien, ese largo contrato digital en el que renuncias a todos tus derechos. Está lleno de suficiente jerga legal para hacerte dudar si sabes leer inglés. El afiliado, el tercero, mmm, ¿necesito un abogado o puedo obtener mi cosa gratis ahora?

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Son al menos 12 páginas si se imprimen y aún así se espera que lo leas en los 5 minutos que tarda en “¡configurar tu cuenta gratuita!”

Sabes cuál digo.

¿Por qué importa esto?

Los servicios públicos se han trasladado al ámbito digital a un ritmo exponencial, pero nuestras leyes se retrasan en respuesta. La tecnología nos otorga experiencias y habilidades que solo soñábamos en décadas pasadas, pero no podemos disfrutar de ellas si primero no establecemos algunas reglas básicas.

Veamos un ejemplo del mundo real.

En el verano de 2022, asistí a Harry Potter: The Exhibition en el Franklin Institute de Filadelfia. Prometía a este muggle la oportunidad de experimentar el maravilloso Mundo Mágico de Harry Potter. Por supuesto, tuve que verificarlo…

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