La historia interna de la colaboración de Microsoft con OpenAI

La historia detrás de la colaboración de Microsoft con OpenAI

Aproximadamente a las 11:30 a.m. del viernes antes del día de Acción de Gracias, el director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, estaba teniendo su reunión semanal con los líderes principales cuando un colega en pánico le dijo que contestara el teléfono. Un ejecutivo de OpenAI, una startup de inteligencia artificial en la que Microsoft había invertido supuestamente trece mil millones de dólares, llamaba para explicar que en los próximos veinte minutos el consejo de la compañía anunciaría que había despedido a Sam Altman, el director ejecutivo y cofundador de OpenAI. Fue el inicio de una crisis de cinco días que algunos en Microsoft comenzaron a llamar el “sinsentido del pavo disparado”.

Nadella tiene una manera de ser tranquila, pero estaba tan asombrado que por un momento no sabía qué decir. Había trabajado de cerca con Altman durante más de cuatro años y había llegado a admirarlo y confiar en él. Además, su colaboración acababa de llevar al lanzamiento más grande de Microsoft en una década: una flota de asistentes de inteligencia artificial de vanguardia que se habían construido sobre la tecnología de OpenAI e integrado en los programas principales de productividad de Microsoft, como Word, Outlook y PowerPoint. Estos asistentes, básicamente versiones especializadas y más potentes del aclamado ChatGPT de OpenAI, se conocían como los Copilotos de Office.

Sin que Nadella lo supiera, sin embargo, las relaciones entre Altman y el consejo de OpenAI se habían vuelto problemáticas. Algunos de los seis miembros del consejo consideraban que Altman era manipulador y maquinador, cualidades comunes entre los directores ejecutivos tecnológicos pero molestas para los miembros del consejo que tenían experiencia académica o en organizaciones sin fines de lucro. “Sentían que Sam había mentido”, dijo una persona familiarizada con las discusiones del consejo. Estas tensiones ahora estaban explotando en el rostro de Nadella, poniendo en peligro una alianza crucial.

Del artículo de The New Yorker Ver artículo completo

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